Este 28 de Julio se celebra el natalicio del
Comandante Chávez, que en vida estaría arribando a sus 60 años, por tanto
resulta necesario reflexionar por lo que significa su legado, o lo que para
algunos representan los legados para definir la amalgama de conceptos y teorías
emergentes traducidas muchas de ellas en hechos concretos a modo de praxis, y
otras que quedaron en construcción a medio hacer como bases fundamentales de
los sueños del pueblo.
En homenaje a ese Gigante de la nueva historia,
todos y cada uno de los revolucionarios y las revolucionarias estamos en la
obligación de estudiar su pensamiento y obra, culminar esas tareas inconclusas,
desarrollar una dinámica consecuente con los principios de creación de una
nueva patria libre, soberana e independiente.
Uno de esos legados de construcción teórico-práctica
se esboza en el campo de la planificación, pensando en aquella construcción
esperanzadora y transformadora de la democracia directa, en el sentido
participativo de la misma como una ruta estratégica para construir el
socialismo.
Es necesario recordar por tanto de dónde venimos,
enmarcados en un siglo XX cargado de una intensidad arrolladora contra nuestros
pueblos, triunfantes las aves de mal agüero del llamado Fin de la Historia a
través de la tesis de Fukuyama (1952- ),
bajo una doctrina neoliberal de las teorías de Milton Friedman (1912-2006), con
sus operadores locales – en Venezuela representados por el IESA – que ante el
fracaso del modelo de desarrollo Cepalista y de la planificación tradicional,
aunaron el campo para la implementación de la estratégica corporativa, pensando
entonces en planificar desde la élite y la tecnocracia y cuyos resultados se
concretan en 1989 con el VIII Plan de la Nación (El Gran Viraje) y el ajuste
estructural mediado por el FMI. Las
consecuencias no se hicieron esperar, el símbolo de la resistencia popular y la
represión estatal al servicio de los intereses del Gran Capital Foráneo que
originaron el Caracazo.
Con la llegada de la Revolución Bolivariana y no
solo desde su concreción electoral en 1998, sino desde la construcción del
movimiento social, político y militar que lo precede ya preparaba el escenario
para un gran Proyecto – El Proyecto Nacional Simón Bolívar – desde una posición
nacionalista, integracionista internacionalmente retomando la visión originaria
emancipadora y posteriormente ideologizada producto del antagonismo existente
entre el sistema del capital y los intereses de los pueblos. Es por ello que
ese tránsito abre sus puertas con la Agenda Alternativa Bolivariana (1996), la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999) que produce el
nacimiento de una nueva República para los más humildes, el Plan de Desarrollo
2001 - 2007, cargado como lo estaría en
su momento lleno de contradicciones inherentes a las visiones tecnocráticas
existentes pero que apalancaron el camino para la definición del socialismo,
que luego sería claramente expresado en el Primer Plan Socialista de la Nación
2007 – 2013, con un sentido mucho más integral en el Programa de la Patria 2013
– 2019.
De allí que las definiciones ambiguas,
indeterminadas o neutras pierden vigencia y como la ciencia, la técnica o el
mismo arte adquiere una connotación de carácter ideológico que aparece como
signo fundamental para determinar el horizonte estratégico, como lo hemos dicho
previamente ese que nos queda para la posteridad: El Socialismo Bolivariano.
Rompe barreras con la visión ahistórica de la planificación, comprende entonces
el transitar que nos suscriben a las circunstancias actuales, teniendo claro
que en la actualidad se dan las más importantes luchas y nos procura un futuro
que al menos conceptualmente carece de indefiniciones y propone una ruptura del
orden establecido.
Encontramos a partir de estos preceptos desde el
Estado aspectos esenciales para su transformación, incorporando la premisa de
mandar obedeciendo, planificando con el pueblo la acción pública que permita
que el Estado Burocrático existente tenga un rol transitorio en el que ejecuta
acciones, promueve la participación y transfiere poder a la gente, mientras que
los ciudadanos y ciudadanas toman decisiones, ejerce contraloría y gestiona
recursos de forma directa dando así carácter fundamental a la consecución de
una nueva categoría: El Poder Popular, donde este último no termina siendo un
apéndice de las instituciones gubernamentales o políticas sino que se adhiere
al proyecto político con legitimidad propia.
Esto nos permite trazar el camino hacia un Estado Comunal que para Víctor
Álvarez (2011) se refiere a la “Sociedad
gobernada por sus trabajadores y por la comunidad, y no por la burocracia y la nomenklatura.
Implica concentrar cada vez más poder político y económico en manos del
pueblo y no de la burocracia estatal”.
Es por tales razones que el Programa de la Patria
termina siendo una síntesis de las luchas históricas, a partir de principios
irrenunciables como la perspectiva anticapitalista, el signo antiimperialista y
la democracia socialista, es decir todo un andamiaje para superar los
reformismos, subordinaciones de cualquier tipo al imperio y corrientes
socialdemócratas, puesto de lo que se trata es de revolución, soberanía y la
construcción de la democracia participativa y protagónica.
Requiere igualmente un Plan para el Socialismo una
ejecución socialista, allí Chávez tomando a Mészáros (1930- ) adhería el concepto de injerto socialista
como una forma de aprovechar ese nuevo mundo, esos nuevos proyectos desde la
acción concreta en el territorio que permitan ir transformando las condiciones
inherentes al Sistema Capitalista por uno claramente y radicalmente socialista,
rompiendo con las fragmentaciones propias del divide y vencerás, aplicando
conceptos como el de Luis Bonilla-Molina (1962- ) de pirámide invertida para que la base de
la misma sea la propia acción de los ciudadanos.
Producto de todo este accionar teórico surgen
conceptos emergentes, referidos: (1) al papel del Estado, ahora visto como un
Sistema de Gobierno Popular subordinado a los intereses del pueblo, (2) la
definición de Política que supera el planteamiento de Max Weber (1864-1920) como
el arte de lo posible, ahora desde la perspectiva de Marta Harnecker (1937- ) como el arte de hacer posible lo
imposible, así como aquella frase de Eduardo Galeano (1940- ) en su actitud esperanzadora y su utilidad
para caminar, (3) que conducen a modelos de planificación participativa que
implican una nueva visión del territorio, que involucra los movimientos
sociales con incidencia directa en la Gestión Pública institucional, pero que por encima de todas las cosas es
capaz de transformarse, para la construcción del socialismo a partir de la
planificación.
(…)
es una nueva forma de planificar, la planificación integral socialista, desde
ahí tiene que partir la construcción del socialismo, desde la misma
planificación, por eso les pido líderes políticos, líderes sociales, pueblo
todo, juventud, estudiantes, campesinos, clase obrera, todos a discutir el
programa y a convertirlo en bandera de batalla (…) (Hugo Chávez en Presentación
del Programa de la Patria, 2012)
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